Características de la escuela de Jesús
En todas las ciencias y artes, el progreso ha sido fruto de una docencia y de un aprendizaje en escuela.
Jesucristo fue quien fundó una escuela cuyos contenidos y pedagogía continúan señalando el camino de la fe que conduce a sus discípulos a una vida más allá de la muerte. Alimentados con el Pan de su Palabra y de la Eucaristía no han dejado de idear nuevas escuelas. Los primeros discípulos del Maestro de Nazaret, tuvieron que pasar por una verdadera transformación personal antes de llegar a ser maestros como su Maestro. Ellos, después de su “encuentro” con Jesús junto al Lago y de su “conversión”, ingresaron a la escuela donde aprendieron a ser “pescadores de hombres”. Es decir, de personas anónimas pasaron a ser pregoneros públicos de Jesucristo; de personas dudosas, pasaron a ser anunciadores decididos del Resucitado; de personas del común llegaron a ser Apóstoles selectos; de tímidos campesinos pasaron a ser testigos valientes. El Maestro que los llamó, les enseñó el mensaje que Él había recibido del Padre y les confió la ”misión” de enseñarlo al mundo entero. A nosotros, como a ellos, también nos dice: “Vengan y síganme”. Nos ofrece su amistad, se propone como el modelo, el camino, la verdad y el guía para que adoptando sus sentimientos, sus actitudes y su estilo de vida, y sintonizando nuestros pasos con los suyos, cooperemos en la construcción del Reino de la verdad, del amor, de la justicia y de la paz.
Llamamos Escuela de Jesús al camino por el que el Maestro condujo a sus discípulos de pescadores, a hacerse discípulos suyos para que fueran levadura que fermenta y que hace crecer la masa; luz que ilumina al mundo y sal que lo transforma en Reino de Dios.
Con este proceso educativo, la Iglesia Apostólica programó cuatro pasos que corresponden a las cuatro dimensiones de su mandato misionero de Jesús: vayan y anuncien el Evangelio; vayan y enséñenlo; vayan y bauticen a los que se conviertan; vayan y hagan discípulos míos de todas las naciones. Es decir: kerigma, catequesis, mistagogia y koinonía, dicho en otras palabras: acción misionera para suscitar la conversión, catequesis misionera para ilustrar la fe del convertido, liturgia misionera para celebrar el encuentro con Cristo en su Palabra y en la Eucaristía y comunión misionera para compartir el don de la fe con los necesitados de luz y de sal.
En desarrollo de este itinerario, Jesús con sus discípulos y con quienes se les fueron juntando por el camino de Galilea a Jerusalén, hizo un recorrido de varias etapas, de muchos pasos y con mucha paciencia, formando discípulos con su pedagogía del amor. Iniciaron este proceso el día que se “encontraron” junto al Lago, fueron avanzando durante un proceso discipular de cerca de tres años y culminaron su proceso de formación con la misión que les confió el Resucitado.